El día que sientas el latir de las estrellas (Receta para una historia nº56)

lunes, 7 de octubre de 2019

Nos despedimos de septiembre y le damos la bienvenida a octubre con una nueva receta para una historia. 

Como os comenté en el post anterior de esta sección, este verano me he puesto las pilas para poder compartir con vosotros más libros y lecturas que han pasado por mis manos durante las tardes de verano en el jardín, en la hamaca con una limonada o té frío.  

A lo largo de este verano he compartido con vosotros las novelas "El día que sueñes con flores salvajes" y "El día que el océano te mire a los ojos" de Paola Calasanz (Dulcinea) y no me he podido resistir a leer el tercer y último volumen de la trilogía "El día que...", del que hoy hablaremos.




"El día que sientas el latir de las estrellas" es una novela que, al igual que me ha pasado con las dos anteriores, me ha enganchado desde la primera página. Además, me ha gustado saber cómo continúa la historia de los protagonistas de la anterior novela, Aurora y Narel, así como con los de la primera, Flor y Jake. 

Me gustó mucho el personaje de Flor, me identifiqué con Aurora y he descubierto algunas similitudes que tengo con Isla, ambas tenemos gustos y costumbres muy parecidas, por ejemplo, para las dos la familia es fundamental en nuestras vidas y disfrutamos de los baños de bosque.

"El árbol, como todo ser vivo, capta la energía pero, en vez de quedársela como hacemos las personas, que podemos contagiarnos de la energía de otras personas, él sirve como canal y la descarga en la tierra, ayudándonos así a liberar tensiones y otras energías negativas. Por eso, tras abrazar un árbol durante el rato suficiente, nos sentimos tan relajados.

Acompañar a la protagonista de esta novela en el viaje que realiza en sus vacaciones y descubrir junto a ella el cariño y respeto por los animales, la familia y sus seres queridos, así como el amor, ha sido toda una aventura. Además, Isla nos enseña que todos tenemos un lado salvaje y luchador que sale para ayudarnos ante las adversidades que surgen en la vida. 

Me ha hecho reflexionar en que, hay personas que llevan tanto tiempo atrapadas que no se dan cuenta de que no hay nada peor que haber perdido la libertad. Hay que ayudarlas a que se den cuenta y luchen por lo que es suyo, a lo que tienen derecho, a que sean ellas mismas, a que se den cuenta de que, pese a imperfecciones y cicatrices, son perfectas y maravillosas.

Debemos darnos cuenta de que la vida es una aventura y dejar que nos sorprenda, sin miedos, sin frenos, con la ilusión y los ojos de un niño. " Una vez que te conectas a la vida de verdad, a lo que realmente importa, todo cambia. Y eso es imparable, indomable e inevitable. Como cada día que sueñas con flores salvajes, o el día que el océano te mire a los ojos. Ese día, sabes que tu vida acaba de empezar.

Dulcinea nos muestra con esta historia que "hay pequeños accidentes que hacen que la vida se saboreé mejor, como decimos en Mes Petits Accidents.

Este libro me ha hecho recordar mi viaje a El Perú, aquel viaje a la selva del Amazonas, fueron unos días tan intensos y llenos de belleza, aventura, naturaleza... que no olvidaré jamás.  

Os recomiendo esta lectura, a mí me ha sorprendido gratamente, de hecho, deberíais leer los tres volúmenes de esta serie El día que..., os harán reflexionar y hacer cambios en vuestra vida para ser mejores. 

Ahora vamos con los ingredientes para elaborar una historia llena de esperanza, aventuras, amor, naturaleza, respeto y sabor:
1 joven neurótica y controladora (Opcional: Isla)
1 trauma de la infancia
1 viaje a un lugar lejano y desconocido (Opcional: República Democrática del Congo; África)
1 padre
1 orfanato de gorilas
1 madre desaparecida 
1 accidente 
1 taza de naturaleza inabarcable (Opcional: la selva)
1/4 taza de rebeldes
1/4 de taza de guerrilleros
1/4 de taza de cazadores furtivos 
1/4 de taza de erotismo y amor salvaje
1 enigma
1 reencuentro 

Mezclamos a la joven neurótica y controladora junto con un trauma de la infancia, lo colocamos en una bandeja de horno y horneamos durante más de 20 años a 200ºC. 
En un bol mezclamos un viaje a África, un padre, un orfanato de gorilas, una madre desaparecida, un accidente, una selva llena de naturaleza inabarcable, rebeldes, guerrilleros, cazadores furtivos y una taza de erotismo y amor salvaje. 
Sacamos la bandeja del horno y colocamos sobre lo que tenemos en ella la mezcla anterior. Transcurridos unos días, espolvoreamos por encima un enigma y un reencuentro y servimos. 
El secreto es darnos cuenta de que para comer no hacen falta grandes combinaciones. A veces, unas simples batatas con especias típicas de África como jengibre, comino y cilantro, entre otras, son la cena perfecta.

¿Cuál es tu comida preferida con la que disfrutas en familia? ¿Cuál es tu historia? Ya sabes que tienes un mes para macerar la idea, elaborar una buena receta con estos ingredientes e invitarnos a probarla. 

Bon appétit! ¡Feliz mes de octubre!

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