El día que descubras colores en la nieve (Receta para una historia nº91)
viernes, 26 de septiembre de 2025Hace tiempo que no comparto en el blog una nueva receta para una historia y ya toca. Para ello, nos vamos a basar en el último libro que he leído de Dulcinea, "El día que descubras colores en la nieve.
A lo largo del verano del 2019 fui compartiendo con vosotros las novelas El día que sueñes con flores salvajes, El día que el océano te mire a los ojos y El día que sientas el latir de las estrellas, de Paola Calasanz (Dulcinea) y no me he podido resistir a leer el cuarto y último volumen de la saga "El día que...", del que hoy hablaremos.
Me gustó mucho el personaje de Flor, me identifiqué con Aurora, descubrí algunas similitudes que tengo con Isla y me he visto reflejada como madre en algunas ocasiones con Mel.
"El día que descubras colores en la nieve" es una novela que, al igual que me ha pasado con las tres anteriores, me ha enganchado desde la primera página. Además, me ha gustado saber cómo continúa la historia de los protagonistas de la primera novela, Flor y Jake. De hecho, Mel sale en el primer libro, "El día que sueñes con flores salvajes".
Me gustó mucho esta reflexión de Mel: "Es una conexión tan bestial, el embarazo, que no se rompe con el nacimiento."
Me emocioné mucho con la relación que tiene la protagonista de la novela con su madre:
"—Gracias, mamá — le digo honestamente entre sus brazos y con los ojos húmedos de la emoción.
—No hay nada que agradecer, para eso estamos las madres, ¿verdad?"
Una parte que me hizo reflexionar por su dureza es cuando Mel explica lo difícil que es por lo que está pasando y que no se sabe si no se pasa o se ha pasado por ello:
"Mucha gente dice: a la primera ocasión que te maltrata has de dejarle. Menudo chiste, la cosa no funciona así. Tu pareja, que siempre ha sido adorable, no te da un guantazo de repente. Si fuera así, todo sería más fácil. La cosa va despacio. Todo empieza de un modo muy sutil... y poco a poco te va atrapando, como si de arenas movedizas se tratara..."
Me he identificado con Mel porque, además de ser madres primerizas las dos, ambas estamos intentando sanar heridas de la infancia. Todos deberíamos hacerlo, creo que es fundamental para poder crecer sin tanta carga y un poco más felices.
"No es tan sencillo, ojalá lo fuera. Son microcosas, cosas que ni recuerdas. Por ejemplo, si una madre deja a su bebé llorar desconsoladamente en la cuna día tras día para que este aprenda a dormir solo, esto está creando una carencia en la criatura, que se convertirá en resignación y dejará de llorar. Pero una pequeña huella quedará marcada para siempre. Eso es una carencia inconsciente. De adulto esa persona siempre buscará en sus parejas ese cuidado que le faltó. «Necesito presencia, necesito que me protejan.» Si la madre ofrece la seguridad que el bebé necesita, entonces esta carencia queda cubierta y en la etapa adulta esta persona no demandará esta necesidad. El adulto no es consciente, y la medre, sin duda, no lo hizo con mala intención. Pero todo tiene su repercusión. No pretendo ir a buscar qué te faltó de pequeña para culpabilizar a alguien, eso tampoco es sano. Se trata de entender por qué estás necesitando esto, amarlo y aceptarlo y aprender a ser tú la que llene este hueco que hay en ti, sin poner esta responsabilidad en el otro."
En los dormitorios tenemos atrapasueños y, me ha gustado saber su origen.
"Cuenta la leyenda que existía una hermosa mujer araña llamada Asibikaashi, cuya misión era mimar y proteger a los niños y adultos de la tribu Ojibwa que habitaba Norteamérica. Esta mujer araña, cuando llegaba la noche, se acercaba a los lechos de los más pequeños de la tribu y comenzaba a tejer una tela de araña que iba colocando con cariño sobre cada pequeño. Esta fina y delicada tela ayudaba a filtrar los malos sueños y las pesadillas mientras los niños dormían. También protegía a toda la tribu de las malas energías."
Muy buena la frase con la que se queda Mel: "Dame alas para volar y motivos para quedarme..."
Una de las cosas que me gusta de Paola es que le pone banda sonora a sus novelas, y escuchar la canción Forever After All (Para siempre, al fin y al cabo" de Luke Combs le ha dado un toque mágico a mis momentos de lectura este verano.
Como los anteriores libros de la saga, la gastronomía está muy presente, como si fuera un personaje más de la historia. Uno de los platos me transportó a mi viaje a Finlandia hace años, plato que probé y me gustó mucho.
" —Hamburguesa de reno? —me extraño.
—Sí, muy rica. ¿Quieres probarla?
—Huy, no, no soy tan atrevida. Probaré la pasta de Montana."
Ahora vamos con los ingredientes para elaborar una historia llena de esperanza, aventuras, amor, naturaleza, respeto y sabor:
3 años infernales
1 pareja (Opcional: Ben)
1 hijo en común (Opcional: Max)
1 joven madre (Opcional: Mel)
1 relación tóxica
1 idea (Opcional: Huir a Montana, comprar una pequeña cabaña en Yellowstone para rehabilitar y convertirla en una casa rural en la que vivir junto a su hijo, servir desayunos caseros, disfrutar de las flores, las sábanas colgadas en el jardín, las tardes de té y lectura entre montañas nevadas...)
1 idea (Opcional: Huir a Montana, comprar una pequeña cabaña en Yellowstone para rehabilitar y convertirla en una casa rural en la que vivir junto a su hijo, servir desayunos caseros, disfrutar de las flores, las sábanas colgadas en el jardín, las tardes de té y lectura entre montañas nevadas...)
1 gran aventura
1/2 taza de dificultad (Opcional: Dificultad para salir de una relación tóxica donde el maltrato está a la orden del día)
1/2 taza de dificultad (Opcional: Dificultad para emprender sola y más con un hijo pequeño)
1 taza de volver a enamorarse
1 taza de volver a enamorarse
1 taza de sanar heridas del pasado
1 invierno más cálido
Introducimos en un vaso de un procesador de alimentos una joven madre (Mel) y añadimos tres años infernales, una pareja (Ben), un hijo en común (Max), y una relación toxica y batimos. Agregamos idea (Huir a Montana, comprar una pequeña cabaña en Yellowstone para rehabilitar y convertirla en una casa rural en la que vivir junto a su hijo, servir desayunos caseros, disfrutar de las flores, las sábanas colgadas en el jardín, las tardes de té y lectura entre montañas nevadas...) junto con una gran aventura con la dificultad para salir de una relación tóxica donde el maltrato, está a la orden del día, y emprender sola y más con un hijo pequeño, lo increíble que es volver a enamorarse y sanar heridas del pasado mientras seguimos batiendo. Para terminar, agregamos un invierno más cálido y mezclamos con ayuda de una espátula. Vertemos la masa en el molde engrasado y enharinado, llevamos al horno y horneamos a 180ºC durante 50 minutos a una altura media baja.
El secreto es darnos cuenta de que es maravilloso disfrutar de atardeceres con té o café y banana bread, receta de mamá, en el porche, con esa luz mágica de las últimas horas de sol.
¿Cuál es tu receta preferida y el momento mágico en el que la disfrutas? ¿Cuál es tu historia? Ya sabes que tienes un mes para macerar la idea, elaborar una buena receta con estos ingredientes e invitarnos a probarla.
Bon appétit! ¡Feliz mes de octubre!

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