Dulce de chocolate negro y lavanda (Black Jack Randall's dark chocolate lavander fudge)

miércoles, 5 de agosto de 2020

Me encanta salir al jardín cuando la lavanda está en plena floración, deslumbrando con su color, belleza y aroma. En julio suelo preparar recetas con ella, como la que voy a compartir hoy con vosotros, una receta muy dulce y aromática a la que no te vas a poder resistir.  




Nos vamos a basar la receta del mismo nombre que viene en el libro "Outlander Kitchen" de Theresa Carle-Sanders que está inspirada en el personaje Black Jack Randall. 

Los ingredientes que vamos a necesitar para preparar mi versión de este dulce de chocolate negro y lavanda son:
1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
1/4 cucharadita de sal 
400 g de leche condensada
450 g de chocolate 
2 cucharadas de flores de lavanda comestibles

La sal que vamos a utilizar es sal marina no yodada ecológica. 

Cuanto mejor sea la calidad del chocolate con el que preparemos esta receta, más rico y delicioso será este dulce.

Theresa comenta que, mientras que la lavanda francesa es ideal para bolsitas, la lavanda inglesa es la única opción para proyectos culinarios. Nos debemos asegurar de que las flores provengan de arbustos sin rociar por insecticidas u otros productos que no las hagan comestibles. Es recomendable comprarlas en una tienda de alimentos que nos asegure que provienen de cultivo ecológico y son aptas para cocinar. Tenemos la suerte de que en nuestro país tenemos unos campos de esta planta aromática que se utilizan tanto para gastronomía como para otros usos como perfumes, ambientadores... Nosotros vamos a utilizar las flores de lavanda que hemos recolectado del jardín de mi casa. 

Preparación:
Colocamos papel de horno en un molde cuadrado de silicona de 20 cm.

Introducimos en una olla el bicarbonato de sodio, la sal y la leche condensada y mezclamos. Agregamos el chocolate troceado y derretimos a fuego medio-bajo, revolviendo ocasionalmente y luego, removeremos con más frecuencia a medida que se derrita. 

Cuando esté derretido y suave, lo retiramos del fuego y agregamos 1 cucharada de flores de lavanda, aplastándolas entre las yemas de los dedos a medida que las dejamos caer en la olla, para que suelten los aceites esenciales y potencie el aroma. Removemos hasta que estén bien integradas en la crema de chocolate, vertemos el preparado en el molde que hemos preparado con anterioridad y se extendemos de manera uniforme.




Llevamos el molde la nevera y lo dejamos enfriar hasta que esté firme, aproximadamente 2 horas. 

Presentación:
Sacamos el dulce de la nevera, desmoldamos, despegamos el papel y cortamos en cuadrados de 2,5 cm.




Para servir, adornaremos con las flores de lavanda restantes. 




Este dulce es perfecto para una tarde veraniega para acompañar a un café o té bien fríos.

Se puede guardar en la nevera hasta 1 semana.

Este dulce de chocolate negro, hecho con leche condensada y ligeramente perfumado con lavanda es fácil de preparar y está delicioso.




Para terminar, os dejo con un texto donde aparece el aroma de lavanda y el efecto en Jamie (Outlander, capítulo 38 La abadía, página 698):
"En efecto, el temblor empezó a disminuir al cabo de unos minutos y Jamie abrió los ojos exhalando un suspiro.
 Estoy bien murmuró . Ya estoy bien, Claire. ¡Pero, por el amor de Dios, que quiten ese olor!
No había advertido hasta entonces, de manera consciente, el aroma de la habitación... un olor ligero, picante y floral, un perfume tan común que no le había dado importancia. Lavanda. Una fragancia para jabones y aguas de colonia. La había olido por última vez en los calabozos de la prisión de Wentworth, donde perfumaba las sábanas o la persona del capitán Jonathan Randall. 
El origen del aroma era una pequeña taza de metal con aceite de hierbas perfumado dentro de una base de hierro pesada y decorada que colgaba sobre la llama de la vela. 
Aunque su intención era serenar la mente, en este caso el efecto fue todo lo contrario. Jamie respiraba ahora con más facilidad. Se había sentado sólo y sostenía la taza de agua que le había dado el monje. Pero seguía pálido y su boca se crispaba con nerviosismo.

Bon appétit!

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